Sobre el culto divino ortodoxo - La Divina Liturgia

 

Artículo del padre George C. Papademetriou,
del libro "Studime mni Ortodoksinë", 2012. 
Traducción de Padre Pablo Zuniga.

 

El culto divino de la Iglesia Ortodoxa, se denomina la Divina Liturgia.  Se trata de la actualización del sacrificio incruento, mediante el cual recibimos las bendiciones de Dios en Trinidad y Su Gracia increada, que brota de la muerte de Cristo en la Cruz.  Mismamente, la Divina Liturgia conlleva la Sagrada Comunión como la máxima expresión del acción de gracias del hombre a Dios.  En el transcurso de la Divina Liturgia, los fieles con regenerados ("nacidos de nuevo") y hechos partícipes de la vida, el sufrimiento y la Resurrección de Cristo, a través de la comunión del Su Cuerpo real y Su Sangre preciosa.

Icon: Communion of the Holy Apostles

La Divina Liturgia de San Juan Crisóstomo, se oficia la mayoría de los domingos y días festivos del calendario eclesiástico de la Iglesia Ortodoxa.  Siendo el fundamento de la Divina Liturgia la vida y la obra salvadora de Jesucristo, tanto la Divina Liturgia de San Juan Crisóstomo, como las demás liturgias que, siendo variantes de la misma, se realizan en días puntales.   De hecho, aparte de la de San Juan Crióstomo, la Iglesia cuenta con las Divinas Liturgias de Santiago proveniente de Jerusalén, San Marcos proveniente de Alejandría, San Basilio proveniente de Antioquía y de los Dones Presantificados proveniente de Roma.  Todas estas expresiones litúrgicas, encuentran sus orígenes en las asambleas eucarísticas de los primeros cristianos, habiendo subsistido hasta nuestros tiempos con  mínimos cambios, como son algunos himnos, desde la época de San Juan Crisóstomo.  De hecho, cabe señalar que la forma actual de la Divina Liturgia, generalmente, ha cambiado poco desde la época de San Juan Crisóstomo.

El orden de la Divina Liturgia

El orden litúrgico, se conforma de una serie de gestos, letanías, y plegarias cuyo objetivo es conducir a los fieles y culmina en la Sagrada Comunión.  La vida de Cristo se manifiesta en los gestos realizados:

  1. Pequeña Entrada - El sacerdote, llevando en procesión el evangelario, o bien, el libro que contiene los cuatro evangelios y reposa encima de la santa mesa, presenta a todos los fieles como símbolo de la encarnación y la venida de Cristo a la tierra para enseñar la verdad a todas las personas.  Acto seguido, se da lectura a pasajes puntuales de los Salmos y a la epístola del Apóstol.  Todo ello y la proclamación por el sacerdote del Santo Evangelio, constituyen Sus enseñanzas, y más aún -- Su presencia real.
  2. Gran Entrada - El sacerdote, llevando en procesión, esta vez la patena y el cáliz con el pan y el vino que serán ofrecidos y consagrados para la Sagrada Comunión, los presenta a los fieles, simbolizando la entrada de Cristo a Jerusalén para ser crucificado.
  3. Anáfora - Empezando por la proclamación del Símbolo de la Fe, o lo que es lo mismo el Credo, los fieles declaran colectivamente todo cuanto la Iglesia afirma necesario para nuestra salvación.  Acto seguido, en obediencia al mandamiento, el sacerdote repite palabras de Cristo en la Última Cena en conmemoración y actualización de aquel suceso.
  4. Ofertorio - La exclamación del sacerdote «Aquel que Tuyo, Te Lo ofrecemos, de todos y para todos», establece el reconocimiento de la asamblea de que la plenitud de nuestra ofrenda a Dios para salvarnos proviene de Él:  Su Precioso Cuerpo y Sangre.  Los fieles ortodoxos, confesamos que los elementos de pan y vino, en realidad, son transformados en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. No se trata de mero pan y vino cualquiera, aunque todavía mantengan dicho aspecto, sino precisamente del descenso del Espíritu Santo sobre los mismos que efectús el "cambio".  En este momento tan importante y sagrado de la Liturgia, los fieles se ponen de rodillas.
  5. Santa Comunión  -  Se ofrece a los fieles bautizados y crismados de la Iglesia Ortodoxa en el momento en que el sacerdote dice: "Con temor de Dios, fe y amor, acercaos".
  6. Eucaristía  -  El siguiente tramo, a imitación de los ágapes or fiestas del amor mencionadas en el Nuevo Testamento, consiste de plegarias y disposiciones finales en las que los fieles reciben la bendición del sacerdote y el Pan Bendito. 

En la Divina Liturgia, los cristianos ortodoxos dan fe de la obra salvadora de Cristo, y en una participación colectiva en la Sagrada Comunión, todas las personas se unen a Cristo, el Salvador del mundo, y los unos a los otros.

Los gestos de la Divina Liturgia

La Divina Liturgia, se puede dividir en tres tramos principales: la Liturgia de los Catecúmenos y la Liturgia de los Fieles, precedidas por el Oficio de preparación de los santos dones.

Aunque hay muchas interpretaciones simbólicas de la Divina Liturgia, el significado más básico se encuentra en los gestos y las oraciones.

Oficio de preparación de los santos dones

El sacerdote, acercándose a la mesa de preparación ubicada al costa izquierdo de la santa mesa, se inclina, haciendo tres inclinaciones, y en voz baja dice tres veces: "Oh Dios, perdóname a mí, pecador, y ten piedad de mí."  Tomando la prósfora, un pan sellado con el nombre de Cristo, entre sus manos, la levanta hasta la frente con el sello en la parte superior y dice: «Nos has librado de la maldición de la ley, por tu preciosa Sangre; clavado por cruz y traspado por la lanza, te has derramado como fuente de inmortalidad para los hombres, nuestro Salvador, gloria a Ti».  Y acto seguido, trazando tres cruces sobre el pan, dice tres veces: "En conmemoración de nuestro Señor, Dios, y Salvador, Jesucristo. Amén".

Inicialmente, va al centro del sello que lleva la inscripción IC XC NIKA (que en griego significa JESUCRISTO VENCE) y lo recorta en forma de cubo, en sus cuatro esquinas.  Esta parte se llama el Cordero (Amno) y representa a nuestro Señor, que toma los pecados del mundo.

Esta parte se llama el Cordero (Amno), que representa a nuestro Señor, que toma los pecados del mundo. Por tanto, con este gesto se le denomina a Dios Mismo el "Cordero" porque, como un cordero, aceptó Su muerte con humildad y sin vacilar.

Mismamente, el sacerdote, repitiendo versículos del profeta Isaías (53,7-8), recorta por el lado izquierdo del Cordero, diciendo: «Como el cordero, es traído a la inmolación.»   Seguidamente, hace otro corte, diciendo:  «Como el cordero sin mancha, mudo ante el esquilador, tampoco abre la boca.»  Y recortando la parte superior del Cordero, dice: «Para humillarle, se celebró su juicio.»  Y finalmente, cortando por el lateral inferior del Cordero, dice: «¿Quién relatará su generación?»  Entonces, el sacerdote, clavando la lanza en el costado derecho de la prósfora, extrae el Cordero de la misma, y al levantarla, dice: «Pues Su vida se levanta de la tierra.»

Liturgia de los catecúmenos

Entrance With the Holy Gospel

La Divina Liturgia comienza con la proclamación solemne: «Bendito sea el Reino del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.»  Con estas palabras debemos interiorizar la idea de que en la Divina Liturgia la Iglesia se convierte en la verdadera presencia del Reino del Dios Trinitario en la tierra.

Históricamente, el propósito de la primera parte de la Divina Liturgia, desde la Era Apostólica en adelante, fue formar y guiar a los conversos, llamados catecúmenos, durante su período de estudio y preparación para el bautismo.  Siendo el objetivo educar a catecúmenos en la fe, la primera parte de la Divina Liturgia tiene una calidad muy instructiva, casi informativa, y tiene por propósito  involucrar a los conversos en la acción colectiva de la Iglesia.  Conformando la Iglesia, nos unimos los cristianos que compartimos la fe común en la Santísima Trinidad.  Cantamos y oramos como un pueblo unido en Cristo, que no está limitado por el tiempo, el espacio o las barreras sociales.

La pequeña entrada es la acción central de la primera parte de la Liturgia. El clero realiza una procesión en la que el sacerdote levanta el Evangelio y lo saca del santuario en procesión por la nave central del templo.  La procesión tiene como objetivo llamar la atención de los creyentes hacia la Escritura y la verdadera presencia de Cristo en la proclamación del Evangelio.  Este gesto, culmina con las lecturas, el evangelio y la homilía.

Liturgia de los fieles

En la era Apostólica, la Iglesia limitaba el aforo del templo durante el culto divino, permitiendo solo a los fieles bautizados que no estarían en un estado de pecado grave.  Solo a éstos se les permitió permanecer en el templo para la segunda parte, la más solemne de la Divina Liturgia.  Por tanto, se marca el inicio de esta parte de la Liturgia con un gran gesto significativo, la llamada Gran Entrada en la que el sacerdote, llevando la ofrenda de pan y vino en procesión, desde la Mesa de la preparación, a través de la nave central del templo, los presenta solemnemente sobre la santa mesa del Santo Altar.  No obstante, antes de poder seguir con el ofertorio, los fieles deben amarse los unos a los otros para confesar perfectamente la fe.  En la Iglesia primitiva, los fieles se daban el llamado ósculo de la Paz, que se intercambiaba en este tramo.  Acto seguido, todos juntos, los fieles unen sus voces para confesar la Fe colectiva que proclamamos como Iglesia a través del Credo.

Solo ahora podemos ofrecer adecuadamente los santos dones de pan y vino a Dios Padre, por medio del Espíritu Santo, en cumplimiento del mandamiento que nuestro Señor Jesucristo estableció se ofreciera en Su memoria.  A través de esta ofrenda, tenemos la gran dicha de recordar las poderosas proezas de Dios a través de las cuales hemos recibido el don de la salvación, y especialmente la Vida, Muerte y Resurrección de Cristo.  Invocamos al Espíritu Santo sobre nosotros mismos y sobre nuestra Ofrenda de pan y vino, pidiendo al Padre que Su Espíritu Santo los transforme por nosotros en el Cuerpo y la Sangre de Cristo.  A través de nuestra acción de gracias y la conmemoración de la obra salvadora de Cristo crucificado, el Espíritu Santo actualiza aquel hecho histórico que llamamos la Ultima Ceno y la presencia de Cristo resucitado entre nosotros a través del pan y el vino.

El sacerdote sale del altar con los Santos Dones, invitando a los fieles a acercarse a la Santa Comunión con reverencia, fe y amor. Nuestra comunión de los Dones Divinos consagrados de la Eucaristía, representa no solo la unión entre aquellos que los compartimos, sino también nuestra unión con Dios Padre en Su Reino.  Por ello, los fieles se acercan a los Santos Dones y reciben a Cristo bajo las especies del pan eucarístico y el vino, de mano del sacerdote que distribuye los distribuye a los fieles utilizando una única cuchara.  Dado que la Sagrada Comunión es la expresión máxima de nuestra fe, se reserva la recepción de los Sagrados Dones solo para los cristianos bautizados y bautizados de la Iglesia Ortodoxa.

La liturgia termina con la Plegaria de acción de gracias, las disposiciones finales y la bendición.  Acto seguico, los fieles se acercan al frente del templo para recibir del sacerdote el Pan Bendito, la porción de pan litúrgico que sobra después de la preparación de la Ofrenda.  Este Pan Bendito, es distribuido a todos los que estén presente, incluidos los no cristianos.



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Studime mbi Orthodhoksinë, prezantohet këtu për të informuar ata njerëz që nuk janë krishterë orthodhoksë, por që po konsiderojnë pagëzimin dhe Krishtërimin të bëhen anëtarë të Kishës Orthodhokse, si dhe për të gjithë ata që dëshirojnë të thellojnë njohuritë e tyre të adhurimi hyjnor dhe tradita Apostolike.

Ato u shkruan nga At George C. Papademetriou, profesor i fakultetit të Holy Cross Greek Orthodox Theological School në Brookline, Massachusetts.